Rusia espera poder firmar un acuerdo para eliminar los visados con la Unión Europea a fines de 2014 o, “como máximo”, en 2015, según ha explicado este martes Anvar Azímov, el embajador extraordinario del Ministerio de Exteriores ruso encargado de negociar este tema con los representantes de Bruselas.
Estas metas suponen que Moscú ha aceptado ya que el acuerdo para liberalizar los desplazamientos en el continente euroasiático no llegará a firmarse, como deseaba, antes de los Juegos Olímpicos de Sochi, que se celebrarán dentro de un año en aquella localidad costera del mar Negro.
Dos son los documentos sobre los que negocian Bruselas y Moscú. Por una parte, el acuerdo de eliminación de visados, en el que funcionarios de ambas partes llevan invertidos siete años de trabajo, y por la otra, un acuerdo de facilitación, que simplificará las condiciones de desplazamiento de los ciudadanos rusos a los países miembros del espacio Schengen.
MÁS INFORMACIÓN
En el capítulo de la facilitación de visados, dificultades allanadas recientemente hacen factible un acuerdo a firmar durante la próxima cumbre bilateral entre la UE y Rusia, según manifestó Azímov. Esta cumbre se celebrará a fines de mayo o principios de junio en Yekaterinburg.
El acuerdo de facilitación de visado se aplicará, entre otros, a funcionarios, periodistas, empresarios, científicos, representantes de organizaciones no gubernamentales y también a portadores de pasaportes de servicios con datos biométricos. El deseo de Moscú de incluir a los portadores de pasaportes de servicios en las categorías favorecidas para la concesión de visados causó problemas en las negociaciones con Bruselas, por cuanto la administración rusa ha concedido generosamente pasaportes de servicio a distintos contingentes, entre ellos los militares destinados a países de la Comunidad de Estados Independientes (países postsoviéticos) y los funcionarios de las corporaciones estatales. Rusia, que ha expedido un total de 120.000 pasaportes de servicio, ha aceptado excluir de los privilegiados a los militares y a los representantes de las corporaciones estatales, como Rosatom, Gazprom y otras grandes empresas.
Finalmente, ambas partes se pusieron de acuerdo en que el número de pasaportes de servicio ruso no superará los 15.000. El desbloqueo de las negociaciones se produjo la semana pasada cuando Alemania, uno de los países más reticentes a la facilitación de visados a Rusia, cambió de posición y aceptó incluir a 15.000 portadores de estos documentos en el contingente de quienes pueden aspirar a un visado simplificado.
El lunes, el director general de Asuntos Internos de la Comisión Europea, Stefano Manservisi, dijo en Moscú que la UE aceptará solo pasaportes de servicio con datos biométricos y lamentó que este tema haya sido “politizado”. Afirmó, no obstante, que Rusia tiene una cantidad de pasaportes de servicio proporcionalmente muy superior a la de Moldavia o Ucrania, Estados con los que la UE ha negociado también acuerdos de facilitación de visados.
Advirtió el funcionario que todavía pueden surgir dificultades suplementarias para eliminar los visados con Rusia debido a un decreto del gobierno ruso que obliga a los transportistas aéreos a facilitar los datos de los pasajeros que vuelan sobre el espacio aéreo ruso. Este decreto, que entrará en vigor el 1 de julio, está en conflicto con las normas de protección de datos de la UE. Problemas semejantes con EE UU, Australia y Canadá se han solucionado mediante acuerdos bilaterales, dijo Manservisi, según el cual, en el caso de Rusia, las autoridades han procedido sin consultas previas con Bruselas. Azímov se mostró optimista sobre la posibilidad de resolver el problema de los datos personales.
La facilitación de visados a Rusia en el marco de los países Schengen se decide en el marco del Comité de Representantes Permanentes (COREPER) por mayoría cualificada. El equilibrio de fuerzas en esta institución, inicialmente desfavorable a Rusia, se ha ido decantando progresivamente a favor de este país, sobre el telón de fondo de la crisis económica, las presiones de los países favorables a la liberalización, como Italia, España y Grecia, y la política de la misma Rusia, Estado que, según Azímov, ha firmado tratados de readmisión con todos los países de la UE.
Estos tratados de readmisión obligan a las autoridades rusas a hacerse cargo de los emigrantes ilegales que hayan utilizado el territorio ruso para acceder a países de la UE. Entre los países más reticentes a la facilitación de visados estaba Alemania, los Países Nórdicos, los Bálticos, así como países centroeuropeos como Polonia y Chequia. Tras el cambio de posición de Alemania, es previsible que Holanda y Austria ablanden su posición.
Los representantes rusos consideran humillante que los ciudadanos de su país tengan que realizar incómodos trámites burocráticos para acceder a visados de la Unión Europea, mientras los ciudadanos de países de los Balcanes o latinoamericanos, percibidos como mucho menos seguros que Rusia, se liberan de estas gestiones. Moscú, a su vez, ha eliminado los visados a países como Argentina, Israel o Turquía.
La situación en la que Rusia y la UE se dan la espalda desde el punto de vista de la libertad de desplazamiento resulta incongruente con las negociaciones para profundizar la colaboración estratégica y con la situación creada por la crisis económica. Para países del sur de Europa como España los visados para los rusos resultan anacrónicos, a la vista de la oleada turística y los intentos de captación de los rusos como inversores y compradores de viviendas. En 2012, España emitió 1,2 millones de visados a rusos y cerca de 41.0000 rusos tienen vivienda en España, según el embajador de España en Rusia, José Ignacio Carbajal.